Jorge era un niño bajito, delgado y con apariencia débil. Sus compañeros se reían de él a menudo porque ni siquiera podía con la mochila del colegio.
Jorge cumplía años a principio de curso y justamente el día que cumplió 8 años comenzó el curso ese año. Sus padres le despertaron temprano para que abriera sus regalos antes de marcharse a clase.
Entre los regalos de su octavo cumpleaños se encontraba una mochila super cool con ruedas y todo.
Jorge cumplía años a principio de curso y justamente el día que cumplió 8 años comenzó el curso ese año. Sus padres le despertaron temprano para que abriera sus regalos antes de marcharse a clase.
Entre los regalos de su octavo cumpleaños se encontraba una mochila super cool con ruedas y todo.
- ¡Ahora nadie se reirá de mí porque no puedo con la mochila! -dijo Jorge, muy contento.
- Sí, pero hay algo más hijo -empezó a decir la mamá de Jorge. Pero el niño la interrumpió.
- Que sí mamá, que ya lo sé. ¿Crees que no he visto a los mayores llevar mochilas de estas?
- Pero esta es distinta hijo...
- Que sí, mamá. No te preocupes, veo estas mochilas, todos los días. - dijo Jorge volviendo a interrumpir a su madre-
- Pero tengo que explicarte una cosa, hijo.
- No tienes que explicarme nada, sé perfectamente cómo funciona. ¡Muchas gracias!
Después de desayunar, Jorge cargó su enorme montón de libros en su nueva mochila. Pero si cargar con la mochila era duro, la cosa no mejoró mucho con la mochila de ruedas.
Jorge llevaba la mochila tan cargada que apena podía tirar de la mochila. Cuando sus compañeros lo vieron empezaron a reírse de nuevo y a hacerle la burla.
Cuando llegó a casa, Jorge estaba agotado de tirar de la mochila.
- ¿Qué tal tu primer día de cole con tu nueva super mochila? -le preguntó su madre.
- Super mega desastre diría yo -dijo Jorge.
- ¿Por qué? ¿No ha funcionado el super propulsor? -preguntó su madre.
- El ¿qué? -dijo Jorge.
- El mega propulsor, el que se activa en el botón rojo que hay bajo el tirador -dijo su madre.
- ¿Por qué no me habías dicho que la mochila tiene un super propulsor? -preguntó Jorge.
- Intenté explicártelo, ¿recuerdas? Pero no me dejaste -dijo su madre- Supongo que tampoco habrás sabido activar la ayuda para subir escaleras ni el patinete propulsado que hay escondido en la parte trasera.
- Cuánto siento no haberte escuchado, mamá -se disculpó Jorge-. ¿Me lo explicarías ahora?
- Claro, hijo. Ya verás qué bien te va a ir a partir de ahora.
Y así fue como Jorge aprendió a usar su nueva mochila y a escuchar antes de hablar, porque aunque uno sea muy listo, siempre se pueden aprender cosas de los demás.
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A partir de 4 años
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