La personalidad es la forma en que pensamos, sentimos, nos
comportamos e interpretamos la realidad. Está formada por una serie de
características que utilizamos para describirnos y que se encuentran integradas
mediante lo que llamamos el yo o "sí mismo" formando una unidad
coherente.
Entre estas
características se encuentra lo que en psicología se denominan rasgos (como
agresividad, sumisión, sociabilidad, sensibilidad...); conjuntos de rasgos
(como extroversión o introversión), y otros aspectos que las personas utilizan
para describirse, como sus deseos, motivaciones, emociones, sentimientos y
mecanismos para afrontar la vida.
Lo
que publicamos, comentamos y compartimos en las redes sociales retrata de
alguna manera nuestra personalidad.
¿Sabía, por ejemplo, que el 33% de los usuarios de redes sociales ha publicado
alguna vez spoilers de películas y de series de televisión en estas
plataformas? ¿Que el 88% de los padres jóvenes publica actualizaciones sobre
sus hijos al menos una vez al mes en la redes sociales? ¿Que 1 de cada 10
usuarios de redes sociales ha roto en alguna ocasión una amistad en los social
media por culpa de la política? ¿Que el 24% de los hombres jóvenes admite
espiar los perfiles 2.0 de sus ex al menos una vez al mes?
En
las redes sociales somos lo que nuestros compartimentos delatan.
La personalidad a través del tiempo. Estabilidad y
cambio
En buena parte, la personalidad está
determinada por los genes, que nos proporcionan una gran variedad de
predisposiciones. Pero el ambiente y las experiencias de la vida (padres, sociedad,
amistades, religión, cultura, etc.) se ocupan de moldear todas esas
posibilidades en una dirección u otra. Por tanto, aunque podamos cambiar
nuestra forma de ser, lo hacemos en base a esas características de personalidad
con las que hemos venido al mundo.
Generalmente, existe una tendencia a
comportarse a través del tiempo de una forma determinada, pero esto no quiere
decir que una persona se comporte de ese modo en todos los casos. Por ejemplo,
si decimos que una persona es introvertida, significa que lo es la mayor parte
del tiempo, pero no en todas las ocasiones. Los estados de ánimo influyen
también en el comportamiento, de modo que una persona puede variar en función
de sus cambios de humor. Sin embargo, y como veremos más adelante, esta
variabilidad es un indicio de buena salud psicológica (siempre que no sea
extrema), ya que indica la existencia de una personalidad flexible, capaz de
adaptarse a distintas situaciones.
La personalidad sana
La personalidad psicológicamente sana
y equilibrada tiene las siguientes características:
·
Es flexible. Se trata de personas que
saben reaccionar ante las situaciones y ante los demás de diversas formas. Es
decir, poseen un repertorio amplio de conductas y utilizan una u otra para
adaptarse a las exigencias de la vida, en vez de comportarse de un modo rígido
e inflexible.
·
Lleva una vida más variada,
realizando diversas actividades, en vez de centrar su vida alrededor de un
mismo tema.
·
Es capaz de tolerar las situaciones
de presión y enfrentarse a ellas y no se viene abajo ante las dificultades y
contratiempos.
·
Su forma de verse a sí misma, al
mundo y a los demás se ajusta bastante a la realidad.
Nuestro concepto de nosotros mismos
·
Un aspecto muy importante de nuestra
personalidad es la forma en que nos vemos a nosotros mismos y al mundo que nos
rodea. Dos personas diferentes pueden interpretar la realidad de forma
distinta. Al observar un bosque a lo lejos ambas coincidirán en que allí hay
árboles y montañas, pero mientras una de ellas puede ver un lugar lleno de
peligro, la otra puede estar viendo un paraíso en el que le gustaría perderse
durante varios días.
·
Las personas reaccionan al mundo de
acuerdo a su modo de percibirlo. La personalidad determina ese modo de ver el
mundo y de vernos a nosotros mismos, pero, al mismo tiempo, la manera de vernos
a nosotros mismos influye en nuestra personalidad. Por ejemplo, si varias
personas le dicen a un niño que es muy inteligente, es muy probable que piense
de sí mismo que lo es, mientras que si le dicen lo contrario llegará a
considerarse una persona poco inteligente. Esto es debido a que es difícil
comprobar si somos o no inteligentes (mientras que es bastante fácil comprobar,
por ejemplo, la fuerza física). Por este motivo, muchas veces recurrimos a los
demás para definirnos, basándonos en la opinión que otros tienen de nosotros.
En otras ocasiones nos describimos tomando a los demás como punto de
referencia. Si alguien nos dice "soy un dormilón", lo que nos está
diciendo es que duerme más horas que la mayoría de las personas.
·
La percepción de nosotros mismos y de
los demás suele estar relacionada. Por ejemplo, a veces atribuimos a los demás
rasgos de personalidad que nos pertenecen a nosotros, porque de ese modo nos
resultan más fáciles de entender y porque en ocasiones los conocimientos que
tenemos para explicar las causas de nuestra conducta son los únicos de los que
disponemos. Es decir, si yo hago tal cosa, lo haría por el motivo X; por tanto,
esta persona lo ha hecho por el mismo motivo (por supuesto, esto no tiene por
qué ser cierto). Por eso, cuando alguien cambia su autoconcepto cambia también
el modo que tiene de ver a las demás personas.
Cuando autoconcepto y realidad no coinciden
·
Es normal que haya cierta distorsión
entre autoconcepto y realidad. Algunas personas se ven como más o menos capaces
de lo que son. Pero cuando este desajuste es muy grande se produce una
psicopatología.
·
Supongamos que una persona se
considera a sí misma como alguien capaz de mantener la calma en situaciones
tensas. Si se declara un incendio y se bloquea, siendo incapaz de reaccionar
adecuadamente y poniéndose excesivamente nerviosa, habrá una incongruencia
bastante grande entre su autoconcepto y la realidad, debido a que su
comportamiento no ha estado de acuerdo con dicho autoconcepto. Cuando se
produce este tipo de incongruencia (llamada disonancia), resulta intolerable y
tratamos de eliminarla inmediatamente. Esto se consigue de dos formas: 1)
cambiando el autoconcepto para ajustarlo a la realidad, o 2) distorsionando la
realidad para adaptarla al autoconcepto. En este segundo caso podría producirse
un trastorno psicológico.
·
Por tanto, para evitar que se den
estas disonancias, tratamos de comportarnos siempre de acuerdo con nuestro
autoconcepto. De este modo, si pensamos algo de nosotros mismo, nos comportamos
de acuerdo con eso, tanto si es positivo como si es negativo. Por ejemplo, si
alguien se considera agresivo, se sentirá incómodo al comportarse de forma
cariñosa, porque crea una incongruencia con su autoconcepto. Esto puede hacer
difícil el cambio, pero no imposible.
Psicopatología y trastornos de personalidad
·
Como hemos visto, las personas que se
resisten a ajustar su autoconcepto a la realidad tienen mayor probabilidades de
padecer algún tipo de psicopatología. Una forma de ser demasiado rígida e
inflexible está menos dispuesta a hacer dichos ajustes. De este modo, vemos
cómo la personalidad ejerce una gran influencia en la existencia de problemas emocionales.
De hecho, la mayoría de las personas con trastornos psicológicos tienen
dificultades cuyo origen está, al menos en parte, en ciertas características de
su personalidad. La forma que tenemos de vernos a nosotros mismos, al mundo y a
los demás puede estar produciéndonos problemas y sufrimiento.
·
Las personas deprimidas, por ejemplo,
se ven como individuos sin valor a los que nadie quiere; interpretan
comportamientos neutros como rechazo, desprecio, etc. Suelen dar gran énfasis a
los acontecimientos negativos y casi excluyen los positivos.
·
Los trastornos de personalidad son
exageraciones de formas de ser normales. La persona altruista, por ejemplo,
puede convertirse en mártir y derrotista si su entrega a los demás se hace
demasiado exagerada. Las personas muy seguras de sí mismas, con gran confianza
y autoestima alta pueden acabar siendo unos narcisistas si estos rasgos se
exageran hasta desvincularse de la realidad. La persona vigilante y suspicaz a
quien no se le escapa detalle alguno y a quien nadie logra engañar, puede
transformarse en un paranoico, etc.
Psicoterapia y desarrollo personal
·
El desarrollo personal consiste en
potenciar nuestras propias aptitudes de acuerdo con nuestra forma de ser;
aprender a utilizar esas cualidades de forma constructiva y equilibrar los
distintos aspectos de uno mismo de forma que trabajen al unísono y no de manera
contradictoria.
·
Un aspecto importante de la
psicoterapia consiste en ayudar a las personas a conocer el concepto que tienen
de sí mismas, observar objetivamente la realidad y ajustar ambas cosas de
manera que no se den incongruencias. La terapia produciría un cambio en el
autoconcepto que diese lugar a un cambio en el comportamiento. Es decir,
consiste en cambiar las representaciones inexactas del autoconcepto y de la
realidad, sustituyéndolas por otras más apropiadas y realistas. Esto se logra
mediante la Terapia Raciona Emotiva, la cual puede utilizarse tanto para el
desarrollo personal como para tratar la psicopatología o para hacer ambas cosas
al mismo tiempo.