Según los expertos, la edad más apropiada para ser madre es entre los 20
y los 35 años, ya que el riesgo para la salud de la madre y el niño es
mucho menor. El embarazo en la adolescencia se considera de alto riesgo
y conlleva más complicaciones. La adolescente no está preparada ni
física ni mentalmente para tener un bebé y asumir la responsabilidad de
la maternidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece la adolescencia entre los 10 y los 19 años. La mayoría
de los embarazos en adolescentes son considerados como embarazos
imprevistos o no deseados, provocados por la práctica de relaciones
sexuales sin métodos anticonceptivos. En
algunos casos la adolescencia se ve interrumpida cuando la joven se
queda un embarazo. Y es que, una de cada cinco mujeres en el mundo ya
tiene un hijo antes de los 18 años y cada año se producen 16 millones de
nacimientos de mamás adolescentes. En las regiones más pobres del
planeta a una de cada tres mujeres son madres en la adolescencia.
Uno de los problemas más complejos que actualmente confronta la reproducción humana se produce justamente en este período: el embarazo en la adolescencia es considerado como un problema biomédico
con elevado riesgo de complicaciones durante el embarazo y parto, que
conlleva un incremento en las tasas de morbilidad y mortalidad materna,
perinatal y neonatal.
Pero las consecuencias adversas del embarazo en la adolescencia no
sólo son físicas, sino que tiene además implicaciones socioculturales,
psicológicas y económicas, con elevado coste personal, educacional,
familiar y social.
Esto es así especialmente en las chicas más jóvenes (15-16 años).
Entre los problemas que se presentan habitualmente en estas jóvenes, se
encuentran:
- que siguen una dieta inadecuada a su estado
- utilizan tarde o con poca frecuencia el servicio de atención prenatal, lo que supone una dificultad mayor para aceptar la realidad, retraso de la primera visita, desconocimiento del tiempo de gestación
- incumplen el tratamiento
- tienen actitudes de pasividad, falta de respaldo, depresión...
Dado el incremento de la actividad sexual en la etapa adolescente,
especial atención merecen también los patrones erróneos de conducta
sexual, que pueden desencadenar infecciones de transmisión sexual y
embarazos no deseados, con toda la problemática que se asocia a su
aparición.
En general, los estudios hablan de una serie de circunstancias por los que pasan las mamás adolescentes:
- Miedo a ser rechazadas socialmente: una de las
consecuencias de la adolescencia y el embarazo es que la joven lse
siente criticada por su entorno y tiende a aislarse del grupo.
- Rechazo al bebé: son niñas y no desean asumir la
responsabilidad, el tiempo y las obligaciones que supone ser madre. Sin
embargo, esto también las hace sentirse culpables, tristes y su
autoestima se reduce.
- Problemas con la familia: comunicar el embarazo en la familia muchas veces es fuente de conflicto e incluso rechazo por parte de su propio entorno.
- Los hijos de madres y padres adolescentes suelen sufrir mayor tasa de fracaso escolar, problemas de inserción social o de aprendizaje.
En la actualidad está ampliamente reconocido que el embarazo en
adolescentes y la maternidad temprana está asociada con el fracaso
escolar, deterioro de la salud física y mental, aislamiento social,
pobreza y otros factores relacionados.
En este sentido no pocos autores afirman que el embarazo en la
adolescencia debe ser contemplado, como un embarazo de alto riesgo.
Los factores de riesgo que más influyen en la
probabilidad de embarazo en la adolescencia son la mala información
sobre la sexualidad y desconocimiento de los métodos anticonceptivos,
junto a un bajo nivel educacional procedente de los padres.
El desconocimiento se agrava debido a que el tema de la sexualidad
todavía sigue siendo un tabú en las relaciones paterno-filiales.
Otro factor de riesgo es el egocentrismo adolescente, que hace que
piense, en una especie de omnipotencia, que la relación entre coito y
embarazo no se dará en su caso.
En el embarazo adolescente existe un aumento de los riesgos médicos,
como la probabilidad de sufrir infecciones, roturas prematuras de
membranas o partos prematuros. También anemia del embarazo,
desnutrición, bajo peso al nacer, mayor muerte perinatal...
Entre los problemas psicológicos en la madre se
hallan depresión post-parto, baja autoestima... en gran medida debidos
al truncamiento de sus planes vitales y al rechazo de la pareja o
social. Habitualmente el padre es un joven también adolescente que no
asume su responsabilidad paterna, provocando una situación de abandono
afectivo, económico y social en la madre y el niño.
También podemos hablar de otra serie de desventajas sociales: bajos
logros educacionales, abandono escolar, desempleo, mayor frecuencia de
maltrato y abandono infantil... Muchas veces la adolescente cuenta con
un nivel de escolaridad muy bajo, por lo que le es complicado acceder a
un trabajo digno que le permita satisfacer sus necesidades básicas.
Debido a todos estos riesgos que conlleva el embarazo en la adolescencia,
muchas organizaciones de salud y de protección a los menores en el
mundo tienen como objetivo que se reduzca su incidencia, gracias a
programas de formación en los que se eduque a los jóvenes y sus
familias.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda para evitar el embarazo
en la adolescencia: limitar el matrimonio antes de los 18 años,
aumentar el uso de anticonceptivos para los adolescentes, reducir las
relaciones bajo coacción y apoyar los programas de prevención de
embarazos en la adolescencia.
En cualquier caso, la mejor prevención es que los jóvenes tengan una buena educación sexual desde el mismo seno de la familia. Es importante informar sobre los riesgos y complicaciones del embarazo en la adolescencia y todos los cambios que se producirán desde el momento en que la adolescente se quede embarazada.
La comunicación en la familia esencial, por tanto, debe haber un diálogo abierto y transparente para que los jóvenes tengan toda la información a su alcance.