Todos tenemos una imagen intrapersonal que responde a esta pregunta: ¿Qué pienso yo de mí mismo?
Yo estoy conmigo 24 horas al día. Vivo conmigo.
¿Respondo a mis expectativas?
¿Soy fiel a mis valores?
¿Trato de conseguir mis metas y mis sueños?
¿Manejo mi vida o la vida tiene el control sobre mí? De estas respuestas depende mi autoestima y muchas decisiones que tomo día tras día.
También tenemos la imagen social. Responde a las preguntas ¿Qué piensa la gente de mí? ¿Qué imagen proyecto? Es la idea que los demás tienen de mí. La construye cada persona. Puede variar en los distintos grupos: la familia, el colegio, los amigos.
Todos tenemos un casillero en el cerebro y clasificamos todo el tiempo a los demás. Cuando se conoce a alguien, su lenguaje, la manera de hablar, su actitud, su ropa, los accesorios, ¡todo! interviene para esta clasificación casi instantánea. Susy, una chica de 14 años, hablando de los casilleros decía: “Hay gente sencilla, pupy, pata, nea, grilla, farándula, fácil, popular y más… Uno sabe casi ahí mismo cómo es una persona. Me puedo equivocar y re-clasificar pero la primera impresión vale mucho”.
Cada uno debería preguntarse siempre: ¿Cuál es la imagen social que proyecto? Y preguntárselo de nuevo al momento de comprar la ropa, de elegirla para salir: mirarse al espejo y hacerse esa pregunta. Pensarlo cuando se decide a contar un chiste, a poner un tema de conversación, al sentarse en las piernas de un amigo.
Es como si sacáramos carteles que nos fueran definiendo ante los que nos rodean. Y con el tiempo (¡no mucho tiempo!) ya no es un cartel. Se convierte en un letrero en la frente, escrito con lápiz, marcador, tinta indeleble o… con un cincel en el mármol. Mejor dicho, “crea fama y échate a dormir”.
¿Sí vale la pena que te clasifiquen así? ¿Realmente quién suele ser el responsable de esa clasificación? ¿Los demás, o uno mismo se encarga de ir creando su propia imagen?
“No basta ser. Hay que parecer”, dice el refrán. ¿Justo o injusto? No importa, así es. La gente te tratará acorde con lo que muestres de ti. Cuida tu imagen, tu prestigio, tu “fama”, como debes cuidar tu corazón, tu mente, tu cuerpo. Eres un tesoro, mereces tener una imagen personal excelente. Por fuera y por dentro.
Por Ana Margarita Moreno Q.